En ciertos jardines es frecuente que las plantas estén separadas de los humanos para proteger a aquellas de estos. Pero en el castillo de Alnwick, en el condado inglés de Northumberland, ocurre al revés: las plantas están enjauladas para que no maten a los visitantes. Más de cien especies tóxicas, desde las moderadamente peligrosas a las letales de necesidad, crecen en el jardín venenoso de Alnwick, el mayor espacio del mundo dedicado al morbo vegetal. O al menos, el mayor abierto al público y que no se emplea con fines criminales.
El castillo de Alnwick, cerca de la frontera escocesa y a pocos kilómetros de la costa oriental de Gran Bretaña, ha pertenecido desde comienzos del siglo XIV a la familia Percy, titulares del ducado de Nothumberland. Hoy es el segundo castillo habitado más grande de Inglaterra, después de la residencia real de Windsor, y el escenario de una larga lista de películas y series, incluyendo la saga de Harry Potter, más de una versión de Robin Hood y la televisiva Downton Abbey. Desde el siglo XVIII el castillo albergó un jardín exquisitamente conservado, pero la Segunda Guerra Mundial provocó su abandono y posterior cierre.
El actual duque heredó el título de su hermano, fallecido en 1995. Su mujer, Jane Percy, no es de familia aristocrática y, al parecer, le aburría la vida ociosa. Su marido le sugirió entonces que se ocupara de los jardines, y ella no pudo tomarlo más en serio. En 1997 decidió cambiar su papel de florero decorativo por 17 hectáreas de jardines con un coste de 42 millones de libras, un desarrollo que ha convertido a Alnwick en una de las atracciones turísticas más visitadas del país. A pesar de ello, y de que los duques enajenaron los jardines del resto de la finca para donarlos a una entidad sin ánimo de lucro, el tradicionalismo británico emprendió una feroz campaña contra lo que consideraban un atentado a un enclave histórico.
Desde la apertura de la primera fase en 2001 hasta hoy, a los jardines de Alnwick se han ido incorporando nuevas instalaciones, actividades y espectáculos, pero ninguno atrae tanta atención como el Poison Garden, el Jardín del Veneno, inaugurado en 2005. En su web, la duquesa explica: “Me preguntaba por qué tantos jardines en todo el mundo se centran en el poder medicinal de las plantas y no en su capacidad de matar… Me pareció que la mayoría de los niños que conocía estarían más interesados en escuchar cómo una planta mata, cuánto tiempo tardarías en morir si la comieras y cómo de grotesca y dolorosa sería la muerte”.
Al jardín se accede a través de unas cancelas metálicas negras que aportan el dramatismo necesario: “estas plantas pueden matar”, rezan dos letreros adornados con el símbolo internacional de la amenaza de muerte, calavera y tibias cruzadas. La visita, siempre guiada, recorre espacios en los que crecen cicutas, ricinos, belladonas, digitales, mandrágoras, laburnos, lirios de los valles, trompetas de ángel, beleños, perejil gigante, o la nuez vómica de la que se obtiene la estricnina.
Los guías explican su historia, su mitología y su ciencia. El jardín incluye también las fuentes clásicas de los narcóticos, como el cannabis, la coca y la adormidera de la que se extrae el opio. Estas y otras plantas sirven para explicar un concepto básico que suele malinterpretarse y tergiversarse, y es que la dosis hace el veneno, una máxima atribuida al médico suizo Paracelso, padre de la toxicología. Algunas plantas venenosas se han empleado tradicionalmente como remedios naturales en pequeñas dosis, y en muchos casos el aumento de la cantidad marca el salto desde la medicina al narcótico, y de este al veneno.
La mala interpretación consiste en la creencia de que esta es una capacidad intrínseca de las plantas medicinales, pero en realidad sucede lo mismo con casi cualquier sustancia: el oxígeno e incluso el agua pueden ser tóxicos en grandes dosis. Las hormonas como la insulina o los neurotransmisores como el glutamato son esenciales para el funcionamiento normal del organismo, pero pueden ser fatales en dosis excesivas. Y lo mismo se aplica a cualquier fármaco; en realidad, muchas plantas son tanto fármacos en bruto como venenos en bruto, como lo expresaba el término griego clásico pharmakon, traducible al mismo tiempo como remedio y como veneno.
En cuanto a la tergiversación, tiene nombre propio: homeopatía. Esta pseudociencia, alimentada por una industria no menos poderosa que la farmacéutica, maneja de forma interesada un falso concepto de medicina natural, de forma que ambas ideas quedan confundidas en la mente de muchos consumidores desprevenidos; pero una cosa es la preparación de hierbas con propiedades curativas, y otra muy diferente la venta de viales de agua y cápsulas de azúcar.
La homeopatía no es medicina natural, sino que se basa en la creencia, absolutamente contraria a los principios físicos y químicos, de que el agua recuerda un compuesto que contuvo una vez que este ha sido eliminado por diluciones sucesivas. Un ejemplo: imaginemos que vertemos un vaso de leche en un cubo de agua, luego llenamos un vaso en este recipiente y lo pasamos a otro lleno también de agua, y así sucesivamente hasta que la leche ha desaparecido por completo. Se trata del principio de dilución límite en el que se basa la homeopatía: el agua tiene memoria, y este es el presunto principio curativo. En muchos casos las sustancias empleadas para ello ni siquiera son de origen natural, pero poco importa: el producto final es solo agua, o azúcar cuando se trata de píldoras.
Regresando al jardín de Alnwick, quien viaje este verano por el norte de Inglaterra tiene la oportunidad de conocer un lugar casi único en el mundo. Durante los meses de estío, los jardines abren de 10 de la mañana a 6 de la tarde. Los precios y la posibilidad de comprar las entradas por anticipado están disponibles en la web de Alnwick. Pero recuerden, aunque ya se ocuparán los guías de insistirles sobre ello: no huelan las flores.
Qué sitio tan curioso!! Me han dado ganas de conocerlo. Sí, así de morbosa soy. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarMuy interesante tu reportaje, no conocía esta historia.
ResponderEliminarQué interesante. Claro que la existencia de plantas que matan es bastante sabida, pero da qué pensar que alguien dedique un jardín a esas plantas. A mí nunca se me hubiera ocurrido.
ResponderEliminarMuy novedoso,gracias por compartir,abrazos
ResponderEliminar¡Impresionante! Desconocia su existencia y gracias a ti he podido saber de él.
ResponderEliminarBesitos
¡Muy buen post!. Me ha encantado leerlo, la verdad que es muy curioso pero a la vez impresionante el jardín y que tenga esta temática.
ResponderEliminarSinceramente es la primera vez que escucho que existe :D
¡Besines!
Hola. son unos jardines con mucha historia. Seguimos en contacto
ResponderEliminarMuy interesante.
ResponderEliminarUn saludo
Por lo menos hay buenos letreros indicando la gravedad venenosa de la planta. Sinceramente no me atrae mucho.
ResponderEliminarBesos.
Un sitio precioso y con unas plantas muy especiales, y no me extraña que sirva de inspiración para hacer películas, tiene que ser un sitio con encanto a la vez que misterioso.
ResponderEliminarBesos
Hola amiga!
ResponderEliminarGracias por compartir..un jardin muy curioso!
Un fuerte abrazo desde Venezuela!
Qué curioso Abril, me ha encantado conocer la historia de estos jardines y de sus plantas!!
ResponderEliminarBsts guapa y feliz semana
madre mia yo quiero ir a verlo!!!! y con lo que me gustan las plantas por muy venenosas que sean creo que este destino me lo apunto para ir alguna vez en la vida aunque quede apuntado para siempre jeje un besote!!
ResponderEliminarMe ha encantado conocer la historía....no me importaría en absoluto poder visitarlo. Besicos.
ResponderEliminarMuy bonito, pero creo que de momento no voy a ir, mis niños tienen un peligro terrible y no me los imagino por ahí sueltos, aunque haya vallas.
ResponderEliminarBesos y gracias por compartir.
Lindo jardim....
ResponderEliminarBoa semana !
Anna
Pues mira que hay sitios curiosos en este mundo! gracias por mostrarnoslo. feliz semana!
ResponderEliminarEsto es fabuloso como se combina algo tan bello y colorido pero que a la vez es tan letal. Espectacular entrada, mil gracias.
ResponderEliminarun jardín muy especial que supongo que la gente que lo visita tendrá mucho cuidado. Yo tembién tengo adelfas y durillos en mi terraza que también son venenosos pero tengo cuidado sobre todo con mis nietas y saben que no deben de tocarlos.Besicos
ResponderEliminarHa sido toda una clase para recordar.
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